Uno de los grandes beneficios, para el agricultor, del uso de cualquier tipo de tecnología agrícola es el ahorro de tiempo. Tanto si usas un arado, como un dron, ambas herramientas permiten realizar tareas en mucho menos tiempo que si no contaras con ellas. En esto reside una de las claves de la tecnología. Pensando en ese factor, se han creado los softwares de gestión. Facilitan la tarea de organizar el papeleo. Por ejemplo, digitalizando el cuaderno de campo, anotando los costes de los trabajos realizados, etc. Tener en un dispositivo móvil toda la información relativa a las parcelas, entre otras cosas, te ahorrará mucho trabajo al final de la campaña.
Así, podemos resumir algunos de los beneficios de la tecnología en la agricultura de la siguiente forma:
Aumenta la productividad de los cultivos.
Baja el consumo de agua, fertilizantes y pesticidas, y eso repercute en el precio final del producto. Por ejemplo, un sistema de riego por goteo permite ahorrar agua.
Disminuyen los vertidos químicos a ríos y aguas subterráneas.
Aumenta la seguridad de los trabajadores en la explotación.
Posibilita un mayor control de la explotación al poder consultar información de cosechas pasadas.
Mejora la eficiencia de los cultivos.
Aumenta la calidad alimentaria de los productos.
Se reduce el impacto ambiental y ecológico.
Se realiza la misma labor implicando a menos personas.
El agricultor delega en la tecnología la realización de tareas que le quitarían tiempo. De este modo dispone de tiempo para planificar y mejorar la gestión de su explotación.